Fashion risiko, efecto domino y destino incierto
El 2011 ha sido un año entretenido, testigo de muchos cambios, más o menos esperados, que han trastornado completamente el panorama del fashion system: los grupos financieros del lujo (PPR, LVMH, etc…) han originado una ola de movilidad revolucionaria donde los diseñadores han sido victimas sacrificadas en el fashion risiko que continúa también en el nuevo año con suspense palpable y carisma de telenovela.
Como recordaremos todo empezó con la desconcertante noticia del drástico despido de la maison Dior de John Galliano, acusado de insultos antisemitas bajo el efecto del alcohol. Justo antes de la presentación de la colección Otoño-Invierno 11-12. Al tiempo nos quedamos todos boca-abiertos, incapaces de imaginar en Dior una alma creativa que no fuese la del genial y, a partir de aquel momento, desafortunado John Galliano. En práctica fue todo un complot estratégico, cruel e injusto sin duda alguna, creado por LVMH para deshacerse de un diseñador demasiado extravagante para los tiempos de crisis que corrían (y corren). Dicho con las sabias palabras del experto en marketing, Benoît Helibrunn “Dior ha montado una magnífica operación de marketing, que le permite, al mismo tiempo, liberarse de Galliano, montar un numerito “ético”, y, de pasada, conseguir una inmensa publicidad. Hace años que Galliano solo aportaba eso, números publicitarios”.
El caso John Galliano fue el primero, y el más asombroso, que dio origen a un efecto domino de adiós y bienvenidas a los diseñadores en las firmas más potentes de la moda. Todo empezaba con rumores, cotilleos lejanos, desmentidas o no comment, hasta que explotaba la bomba: el diseñador X deja la firma Z. Y así Balmain despidió a Christophe Decarnin, para contratar a Olivier Rousteing; en Gianfranco Ferré Aquilano e Rimondi vinieron substituidos por Federico Piaggi y Stefano Citron, y pasaron a la dirección creativa de Fay, del grupo Tod’s; Cacharel dijo adiós a Cedric Charlier; Kenzo dio la bienvenida a la frescura de Humberto Leon y Carol Lim, fundadores de Opening Ceremony, y despidió a Antonio Marras. Sin respirar. Los últimos movimientos los vimos durante la semana de la moda de Paris: Stefano Pilati ha presentado su última colección para Yves Saint Laurent, substituido por Hedi Slimane que vuelve a la firma tras su salida en 2000; un conmovido Raf Simons también ha presentado su última colección para Jil Sander que devuelve a su creadora el mando de la firma. Y ahora acaban de confirmar que Derek Lam a partir del próximo septiembre rescindirá su contrato con Tod’s.
¿Por qué? Para decirlo con Bob Dylan “the times they are a changing”, la balada de los directores creativos. Nombrar la crisis de los últimos años es necesario pero reductivo. Pensemos a internet y a la revolución que ha llevado consigo. El e-commerce, las redes sociales, la comunicación online, la globalización, las nuevas dinámicas que mueven la relación marca-consumidor, todos estos factores han obligado los grandes grupos financieros (que se están repartiendo el pastel) a replantear las estrategias financieras y de comunicación, hasta afectar el mismo estilo de una firma. Y como el alma de un brand reside en el diseño, invocando una nueva era de la empresa, el cambio, la innovación hacía el futuro, a caer es la cabeza del director creativo. Politically or unpolitically correct: aquí pensamos maquiavélicamente. Son ejemplos. Genios creativos contratados a proyecto. The show must go on y las razones son varias y validas. Para vender y así sobrevivir a la situación económica actual hay que saber interpretar el Zeitgeist, también por ello en Dior ya no podían permitirse la extravagancia de Galliano que generaba mucha publicidad pero no beneficiaba las ventas. Muchas firmas han sido adquiridas por grupos financieros para recuperar mercado, Gianfranco Ferré ha vivido meses con una espada de Damocles sobre la cabeza hasta que Paris Group invirtió en la empresa optando por un cambio filosófico y estilístico. También firmas como Kenzo o Balmain han apostado por cambios a la dirección creativa en favor de una mayor frescura y renovación. Luego hay almas que vuelven a su hogar, como es el caso de Jil Sander , que había dejado la firma en 2000 volviendo de vez en cuando a colaborar en el proceso creativo. O grandes regresos como el de Hedi Slimane en Yves Saint Laurent, que durante estos años ha contribuido en la moda como fotógrafo.Y así en el nuevo capitulo de la historia de las firmas de lujo no hay sitio para quien, como por ejemplo Stefano Pilati y Christophe Decarnin, han trabajado duro para levantar y renovar una situación económica y estilística dañada, devolviendo a los focos de la gloria esas griffes.
Destinos inciertos para Raf Simons y Stefano Pilati, ambos favoritos para substituir a Galliano en Dior. Dior la grande incógnita de la moda que, desde marzo 2011, no hace que levantar rumores, sin llegar a una conclusión. Y Bill Gaytten, al mando del equipo de diseño de Dior, sigue allí, con una difícil herencia, sacando colecciones que aunque buenas, no nos hacen soñar como Galliano, les falta carisma. Gayttern no figura en la lista de los pretendientes al trono, seguirá siendo jefe de diseño dando la cara en la pasarela hasta que por fin se encuentre el candidato perfecto cuyo caché se ajuste a las posibilidades de la firma.
Preconizo que otras cabezas caerán durante el 2012, las apuestas están abiertas. Pero concluyo con pensamiento que va hacía los diseñadores: si durante todo el 900 han llegado a ser creadores adorados, verdaderas estrellas que hasta consiguieron eclipsar la identidad de las marcas, ahora su brillo está rápidamente apagándose. Y pienso en la emblemática salida del equipo de diseño de Dior, al final del desfile Otoño-Invierno 11-12. ¿Los diseñadores están destinados a ser anónimas batas blancas?
Volveremos a hablar de esto.