Esta semana quiero dedicar mis palabras a Bill Cunningham, para que quien ya le conozca se alegrará a leer algo sobre él, y quien todavía no le conozca, sepa de su importante existencia y aporte. Su pasión por la moda lo convirtió en el primer street photographer ya en el lejano 1978, abriendo el camino a los actuales street bloggers que cazan tendencias armados de cámaras digitales y ojos bien abiertos.
Una película del 2010 “Bill Cunningham New York”, dirigida por Richard Press, rinde homenaje al hombre y al impagable trabajo que hizo, y sigue haciendo, para la Moda. Un documentario increíblemente humano, real, emotivo que nos enseña uno de los visionarios más sensibles e innovadores de historia de la moda moderna. Y lo cierto es que no se le conoce lo suficiente, más te adentras en su universo, más te das cuenta de que, por muy sencilla que parezca su historia, su mente es una matrioska de archivos visuales y de sensibilidad estética. Fascinante.
Trailer- Bill Cunningham New York
Bill Cunningham nació en 1928, con sus 84 años puede alabar haber vivido desde muy cerca la evolución de la moda durante casi un siglo, asistiendo a revoluciones cuales la de Courreges, de los hippies, de los preppies, etc…. Dejando a sus espaldas una relación familiar complicada debida a su pasión por la ropa y su homosexualidad, en 1948 llegó a Nueva York para trabajar en la publicidad, pero él ya sabía que eso no era lo suyo. Después de haber pasado un tiempo haciendo sombreros y otro tiempo más en el ejército estadounidense, empezó a escribir para el Chicago Tribune y el Women’s Wear Daily. Bill al tiempo ya hacía fotos en la Gran Manzana, como hobby, para satisfacer la curiosidad que los looks callejeros le provocaban, pero fue en 1978 cuando algo cambió. Se quedó fascinado por el abrigo de nutria que llevaba una mujer andando por la calle, la fotografió sin hesitar y solo después se dio cuenta de que era Greta Garbo. Dicha foto, junto con otras más, terminó por ser publicada en el New York Times: era la primera vez que se publicaba la foto de una celebrity sin su permiso. Revolución. Fue el inicio de “On the street”, columna que Mr Cunningham sigue redactando y llenando de fotos de los looks novedosos o curiosos de los eventos más exclusivos y de las calles de Nueva York y que constituyen la fuente de inspiración más fiable y fresca para diseñadores y revistas de moda. Cunningham vio que de la calle se podían obtener muchas informaciones cuanto a tendencias y gustos de la gente y ayudaba a estudiar como los consumidores reaccionaban a las colecciones (estamos hablando del 78), “Me di cuenta de que la calle era el elemento que faltaba”. Así nació la street photography, linfa vital de la industria de la moda a todos niveles. “Lo que más me gusta de la street photography es que en ella encuentras las respuestas que no ves en los desfiles”, así declara este pionero octogenario, que conserva en los ojos un brillo vital sorprendente y admirable.
Tímido, modesto y apasionado, sumergido en la moda hasta el meollo, no podría ser un bicho más raro para ese mundo. Bil Cunningham es un profesional old style de la moda: se desliza por el tráfico neoyorquino en bici, enfundado en una chaquetilla azul, su uniforme (como la de los obreros, porqué como tal se siente, un trabajador de la moda), y con su cámara de carrete colgando del cuello, lista al uso. Una vez en la editorial, examina los negativos uno a uno, elimina algunos seleccionando solo los mejores, puntillosamente, con previsión y paciencia. Observar como trabaja Cunningham es como asistir a un ritual que entrelaza sacralidad y cotidianidad: su mirada reconoce al instante lo que es moda, lo que funcionará, nada puede engañar a un perro viejo del fashion como él, que ya lo ha visto todo. Va más allá de la simple intuición. “Yo no veo la gente que fotógrafo. Todo lo que veo es la ropa. Estoy interesado solo en la gente con un buen look. Busco lo espectacular. Y puedo pasar días, semanas, años esperando a lo que yo llamo espectacular”. “El problema es que no soy un buen fotógrafo” dice él, de hecho sus fotografías son imperfectas, movidas, detienen un instante, son imágenes capturadas pero no robadas, no sufren profanación sino sublimación, que exalta espontaneidad y genuinidad. Nada de poses o expresiones construidas, las personas son naturales y es justamente por la inmediatez y la frescura de la imagen que las fotos de Cunningham son tan elocuentes. Y sus fashion report son escorzos estéticos que cuentan nuestro futuro a través del presente, trazan un camino que trasuda una sensibilidad inusual y especial. Solo suya y él nos la quiere comunicar.
Al conocer su trabajo, queda evidente como haya sido de inspiración para los street bloggers de hoy, en primis Scott Schuman con su The Sartorialist, que es toda una biblia de estilo e inspiración, Tommy Ton con el blog Jac&Jil y Phil Oh con su Street Pipeer, para mencionar algunos ejemplos. En estos últimos años, bloggers de este tipo se han transformados en eminencias de la street photrography, aclamados por revistas, brands y público. El estilo de sus fotografías es más pulido y tecnológico, es igual de eficaz, inmediato, expresivo, o más. Se trata de fotos inspiradoras, nítidas, detalladas, piden permiso, son perfectas. Son de otra generación, madre e hija del 2.0, que no por eso es de criticar: representan el natural progreso de la primordial street photography. Pero es que se les ve el plumero. Eso es.
– Scott Schuman; Tommy Ton; Phil Oh –
Bill Cunningham es de otra escuela y se nota en una escena del documental (que considero toda una lección de humildad para quien trabaja en moda): a la entrada de un desfile, Bill está en la cola de prensa enseñando su pass, nadie le hace caso, nadie le reconoce, dando más crédito a gente con atuendos más habituales en la moda. Bill sigue allí con paciencia enseñando su pass, hasta que llega un hombre que le deja por fin pasar, declarando indignado por la falta de la azafata “Este es probablemente uno de los hombres más importantes de la tierra”. Y él pasa, se sienta en el frontrow, para hacer lo que es a la vez su pasión y su trabajo. Nada más.
Me pregunto quien, hoy en día, dedica tanta pasión y esfuerzo para la moda con esta elegante humildad, sin pretender a cambio nada más que poder seguir estando allí.
Creo que la llave para poder entender mejor a Bill Cunningham y su trabajo es una frase, tan triste cuanto real “La moda es el arma para sobrevivir a la realidad de cada día”. Y él cada día, monta su bici y se va por allí “Dejo que la calle me hable”.