En mi artículo anterior hablaba de un hecho fehaciente: que la figura del blogger ha mutado, en la mayoría de los casos, a una suerte de prescriptor de estilo con delirios de grandeza llamado ego-blogger, y también de la gran influencia que éstos ejercen sobre nuestros hábitos de consumo y sobre la forma en que las marcas se acercan a ellos para llegar a su público, es decir, a nosotros. Os hablé de la gran oportunidad de negocio que se abre ante estas bloggers mutantes y de la gran carrera que pueden llegar a labrarse en el mundo de la comunicación de moda y belleza si son listas, rigurosas, originales y fieles a su propio estilo. Por el camino quedan muchas, sobre todo las que buscan los quince minutos de fama que Warhol vaticinó que en un futuro, hoy ya presente, tendríamos todos sin excepción, ego-bloggers que buscan satisfacer sus necesidades ególatras sin aportar nada nuevo, ni original, ni siquiera divertido, en sus cuadernos fashion de bitácora.
El texto que leéis ahora va de personas que trabajamos en moda y que critican a los ego-bloggers. Yo, en concreto, soy blogger interruptus, porque me encuentro ante una disyuntiva diaria por continuar haciendo lo que me gusta, escribir sobre moda y modos, ajena a términos como followers y visitas diarias, ….o escribir menos y exhibirme más. Cuando escribes, sobre todo si te dedicas a ello profesionalmente, siempre entregas un poco de tí y dejas entrever cómo eres, tus gustos, opiniones…. pero no nos engañemos, los lectores (por supuesto yo me incluyo) queremos ver chicha, ejercer de voyeaur internauta, así que más de dos frases seguidas nos agobian, queremos ver, con buenos y con malos ojos, pero ver. Y si no son letras, mejor.
Sabéis, la realidad es que quisiera probar esas mieles del éxito ego-blogger, que las marcas que me gustan me llamaran para invitarme a eventos y regalarme ropa, pero sobretodo que me pagaran por difundir sus bondades a los cuatro vientos, con buena gramática y un fotógrafo que me sacara mona y estilosa, de cuello para abajo, por mi incapacidad de poner caras sensuales y porque muy fotogénica no soy. Dicen que soñar es gratis, así que aprovecho todo lo que puedo.
He sufrido experiencias con algunos ego-bloggers del Lado Oscuro de La Fuerza Blogger. Son aquellos que en los eventos se reúnen en corrillos para despellejar vivo a alguno/a que no se encuentre entre los presentes y se preocupan más por su pose en la foto de turno que del producto que se presenta en el acto al que han sido invitados, los que en sesiones de fotos tratan la ropa como si fueran trapos de cocina, llegando incluso a romper alguna prenda (menos mal que se definen como enamorados de la moda, si la odiaran sabe Dios qué harían), los que presumen de regalos de marcas cuando la triste realidad es que han ido a la tienda, han comprado, han posado para su post y han devuelto el producto. La buena noticia es que también he tenido la suerte de conocer a otros muchos del Lado Luminoso porque, de nuevo insisto, no debemos generalizar, ya que existen ego-bloggers que realizan un trabajo admirable, actualizando diariamente posts con información fresca, imágenes cuidadas, textos legibles y propuestas diferentes e innovadoras… pero este será nuestro próximo tema.
Chiara Ferragni & boyfriend, se desnudan para el blog de ella: The Blonde Salad
via ciaoysabella
Conclusión: rabias aparte, el mundo blogger de moda es fascinante, pero el micro mundo ego-blogger lo es aún más. El fácil acceso a la interpretación plural del concepto moda por todo aquél que quiera desnudarse ante el consumidor de blogs es el reflejo de una sociedad que disfruta mirando, juzgando y envidiando secretamente al que se atreve a vender, incluso regalar, su imagen, sea cuál sea su motivación. Como todo, los que de verdad tienen la personalidad del influencer de pro, seguirán en activo cuando pase la fiebre del famoseo blogger, y continuarán haciendo una labor que les llena y que, con suerte, les aportará un crecimiento profesional real.